miércoles, 31 de octubre de 2007

Mi vieja

Hoy, 31 de octubre, mi vieja cumpliría años. Y digo cumpliría porque nos dejó hace ya 4 años. Si, nos dejó, en realidad decidió que no quería seguir en este mundo viendo como el hombre que amaba se iba desdibujando por el maldito Alzheimer.

Elsa, así se llamaba, era más conocida entre su familia como la Chacha, sobrenombre que no se muy bien de donde le vino, pero que le calzaba perfectamente y no porque fumara en pipa ni se peinara con trenzas pero sus manos en la cocina hacían magia!

Era una escorpiana jodida, si, muy jodida. Tenía sus rayes y sus cosas, que hoy, por el paso del tiempo y su ausencia se hacen menos jodidas, más queribles, más recordadas y se extrañan un poco más.

Saben una cosa? Hoy me encontré hablando con mi hermana de una forma bastante desapegada respecto de mi vieja pero después comprendí que era mi forma de no sentir el dolor de su ausencia. Si bien no era muy afecta a las caricias, estoy casi segura que se hubiera sentido orgullosa si le contara de lo que hoy hago en mi trabajo, que finalmente superé el temor y ahora escribo y presento trabajos en congresos, que tengo una casa, que estoy interesada y casi (casi) enamorada de alguien ... en fin!

Vieja, si estás por ahí, FELIZ CUMPLE!

lunes, 29 de octubre de 2007

Ahora también soy soberbia ...


Se acuerdan de las elecciones de junio de este año? Cuando Filmus quedó segundo dijo que aquellos que no lo habíamos votado éramos no pensantes. Bueno, hoy leyendo el gran diario argentino me entero que el ministro Fernández dice que ahora no sólo somos no pensantes los que vivimos en Ciudad de Buenos Aires y no votamos a Cristina, sino que también somos soberbios!

Es ser soberbia pensar que no tengo porque votar por la continuidad de un proyecto de país que no quiero y no comparto? Es soberbio aceptar sin más la polarización entre dos o tres partidos, coaliciones o rejuntes como opción? Es acaso soberbio pensar que aunque sea de un voto las cosas se pueden cambiar? Yo creo que no.

Creo sin embargo que es muy, PERO MUY SOBERBIO utilizar el cargo de ministro de la Nación para tildar de soberbio a aquellos que han decidido no acompañar a tu partido con su voto. Más que soberbio me parece IRRESPONSABLE y hasta CANALLA.

Seguiré votando a conciencia, sin que ningún chitrulo venga a tildarme de H o de V por mi voto. Seguiré participando de las elecciones a conciencia, teniendo la tranquilidad de seguir mis pensamientos y sentimientos.

Y le recuerdo, Señor Ministro, que ser soberbio según la Real Academia Española es tener o sentir “Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.” ¿Quien es el soberbio ahora?

sábado, 27 de octubre de 2007

Quiero ser un spam

Tomado de otro grupo

Por si les extraña el título una aclaración: no, no se me murió Juan Eduardo (está ahí el pobrecito, que se queda y que se va); no, no me dejó mi pareja (porque no pudo ya que no existe), y si, ya me tomé la medicación. El tema pasa por otro lado.

Les cuento: Hace un tiempito laaaaaargo ya, empezaron a meterse en mi perfil caras extrañas (como el tango vieron). No eran amistades, y al parecer no tenían intención de serlo. No dejaban nada escrito, ni comentario, ni saludito, ni una triste mandada al carajo, naaaaaada. Tampoco puedo decir que molestaran, porque no. Pero estaban ahi, un día, dos, treinta y cinco. Y así se fueron sucediendo estas visitas silenciosas hasta que dije bue, algo habrá que hacer. Y no tuve mejor idea que enojarme mal. Y entonces me contacté con los moderadores de Netlog (porque cuando tengo que meter la pata la meto así, a lo bestia). Y les dije algo como esto: blablablablá (o sea les conté lo anterior) y continué en tono imperativo: "quiero saber quién está detrás de estas incursiones a mi página! Cómo puede ser que se metan por que si nomás, no me la creo. Y tengo sospechas de quién puede ser la responsable (agregué, para colmo, dando muestras de una sagacidad detectivesca de la que carezco totalmente). Es que estas visitantes habían despertado mi más curiosa curiosidad. En especial por un detalle: todas eran mujeres (eh la vaca, ni un machito? me preguntaba, "habrán notado mi costado masculino, ese que yo todavía no noté", y empecé a mirar mi foto con más detenimiento... hasta que descubrí que ya me estaba empezando a mirar con mucho cariño a mí misma... mmmmmmm... la cosa iba mal).

Pero me fui del tema, todas eran mujeres: jóvenes, altas, delgadas, rubias, de ojos claros. Y oh rareza, a veces era la misma mujer con otro nick, por ejem: monaxxl98, monaxxl99, monaxxl101 (a la cien todavía la estoy esperando) Lo que se dice... unas diosas!!!! Un día no me aguanté más y entré a uno de sus perfiles, y me encontré con un montón de firmas en su libro de visitas que decían algo así como: "coño que ya deja de pasar por mi pag. puto spam!! " Si así, con carita de asco incluida.

Dado que no entiendo nada de computación no sabía que eran los spam, así que recurrí a los conocimientos de una amiga más joven que me respodió gentilmente: "son basuritas boluda, basuritas de internet". Basuritas!!!??? Basuritas con ese lomo!!!??? Y desde entonces una idea fija, un deseo irrefrenable, incontenible e inoxidable ronda mi mente noche y dia: QUIERO SER UNA BASURITA DE INTERNET!!!!! QUIERO SER UN SPAM QUE LO PARIO!!!!!!!!!! S.O.S.: si alguna de la congregación sabe cómo ser un spam que pase el dato porfi.

viernes, 26 de octubre de 2007

Un poema para compartir


No me mires así… No has entendido
y es inútil tratarte de explicar.
No es rencor lo que siento: me ha vencido
un tremendo cansancio de pensar.
No me gusta tu amor: no eres un nido
donde acunar mi inmensa angustia impar,
donde aflojar mi cuerpo estremecido,
tenderlo simplemente. Descansar.
Fue tan simple, ¿verdad?… Tan vacilantes
mis arrestos, que extraña esta esquivez.
Tu no puedes saber. Y no te espantes:
si me muestro a tu amor tan descortés,
es que sirves tan sólo para el antes
e ignoras el sentido del después.

JULIA PRILUTZKY FARNY

jueves, 25 de octubre de 2007

Argentina vista por Darwin en 1833

Por Adrián Paenza

En este apasionado viaje por distintos lugares de la vida, quiero recuperar un texto del científico inglés Charles Darwin, quien con su teoría sobre la evolución y la selección natural cambió la historia de la humanidad para siempre.Darwin estuvo mucho tiempo en la Argentina. Desde 1831 a 1836 viajó como naturalista a bordo de la nave inglesa "H.M.S. Beagle".

En realidad, Darwin formaba parte de una expedición que pretendía dar la vuelta al mundo en barco.Después de leer el texto que escribió en 1833, se darán cuenta de que muchas de las cosas que nos pasan a los argentinos tienen un origen más antiguo del que nosotros mismos creemos.Siempre existe la tentación de creer que todo tiempo pasado fue mejor.

Bien. Puede ser que haya habido momentos del pasado que fueran mejores.Pero seguro que yo también puedo mencionar momentos actuales que son mejores que los del pasado.En todo caso, lea el comentario que hizo sobre los argentinos en 1833. Y después, lo invito a un minuto de reflexión.Extractos de una nota publicada en Ciencia Hoy, Volumen 6, Nº 31. Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Asociación Ciencia Hoy.

"Durante los últimos seis meses, he tenido lo oportunidad de apreciar en algo la manera de ser de los habitantes de estas provincias [del Plata].

Los gauchos u hombres de campo son muy superiores a los que residen en las ciudades. El gaucho es invariablemente muy servicial, cortés y hospitalario. No me he encontrado con un solo ejemplo de falta de cortesía u hospitalidad. Es modesto, se respeta y respeta al país, pero es también un personaje con energía y audacia.

La policía y la justicia son completamente ineficientes. Si un hombre comete un asesinato y debe ser aprehendido, quizá pueda ser encarcelado o incluso fusilado; pero si es rico y tiene amigos en los cuales confiar, nada pasará. Es curioso constatar que las personas más respetables invariablemente ayudan a escapar a un asesino.

Parecen creer que el individuo cometió un delito que afecta al gobierno y no a la sociedad. (Un viajero no tiene otra protección que sus armas, y es el hábito constante de llevarlas lo que principalmente impide que haya más robos.)Las clases más altas y educadas que viven en las ciudades cometen muchos otros crímenes, pero carecen de las virtudes del carácter del gaucho. Se trata de personas sensuales y disolutas que se mofan de toda religión y practican las corrupciones más groseras; su falta de principios es completa.

Teniendo la oportunidad, no defraudar a un amigo es considerado un acto de debilidad; decir la verdad en circunstancias en que convendría habermentido sería una infantil simpleza. El concepto de honor no se comprende; ni éste, ni sentimientos generosos, resabios de caballerosidad, lograron sobrevivir el largo pasaje del Atlántico.Si hubiese leído estas opiniones hace un año, me hubiese acusado de intolerancia: ahora no lo hago. Todo el que tiene una buena oportunidad de juzgar piensa lo mismo. En la Sala de Buenos Aires no creo que haya seis hombres cuya honestidad yprincipios pudiesen ser de confiar.

Todo funcionario público es sobornable. El jefe de Correos vende moneda falsificada. El gobernador y el primer ministro saquean abiertamente las arcas públicas. No se puede esperar justicia si hay oro de por medio.Conozco un hombre (tenía buenas razones para hacerlo) que se presentó al juez y dijo: 'Le doy doscientos pesos si arresta a tal persona ilegalmente; mi abogado me aconsejó dar este paso'. El juez sonrió en asentimiento y gradeció; antes de la noche, el hombre estaba preso. Con esta extrema carencia de principios entre los dirigentes,y con el país plagado de funcionarios violentos y mal pagos, tienen, sin embargo, la esperanza de que el gobierno democrático perdure. En mi opinión, antes de muchos años temblarán bajo la mano férrea de algún dictador. (29 de noviembre al 4 de diciembre de 1833) *

Ahora sigo yo: ¿no es maravilloso encontrarse con escritos de una persona que casi dos siglos atrás describió lo que nos pasa hoy? ¿Cuál fue entonces el tiempo pasado en el que todo fue mejor? ¿No era, acaso, que la corrupción era producto de la era de la globalización y de fines del sigloXX? ¿No era verdad que los héroes vivían en esas épocas?

Obviamente, no creo tampoco que todo tiempo pasado haya sido peor. Sólo propongo no creer que porque uno no lo vivió, fue mejor. Algo así como que cuando una persona se muere, pasa a ser intachable e impoluta.Somos, ni más ni menos, que un conjunto de miserias y virtudes. En todo caso, un promedio de ellas. A algunas personas, la "agujita" les marca un poco más arriba. Y a otras, más abajo. La gran mayoría vive (vivimos) en un término medio. Y sólo unos muy privilegiados o depravados tienen la posibilidad de escaparse de la media, tanto sea por la mayor excelencia o por la perversión de sus actos. Somos, en todo caso, humanos. Y peleamos por una sociedad mejor, más generosa, solidaria y con una mejor repartición de la riqueza. Ese sería un buen paso. Más allá de la revolución científica, este siglo debería estar marcado por haber logrado una distribución más equitativa de la riqueza material, pero también de la intelectual. Ese es el desafío.

* Excepto las cartas, los textos son de Charles Darwin's Diary of theVoyage of "H.M.S. Beagle". Edited from the MS by Nora Barlow, 1933,Cambridge University Press, pp. 197-200. Traducción Ciencia Hoy.

miércoles, 24 de octubre de 2007


Leí por ahí la siguiente frase:



"Ahora que te volvi a ver me di cuenta que ya formas parte de mi pasado que el verte y tenerte cerca ya no me produce las emociones que antes sentia, fue un alivio y me siento tan contento por eso, porque por mas que trates de llamar mi atencion solo haces que me de cuenta de lo mismo, ya no te puedo ver.
Ahora mi corazon y la razon estan de acuerdo ya no hay peleas, ni confusiones... lograron un pacto entre los dos
Y me siento contento y feliz porque cerre este capitulo y puedo seguir adelante"




Y me puse a pensar, como se puede llegar a ese estado de tanta seguridad?

Yo aún me sigo debatiendo entre dos personas, y encima creo que ninguna de las dos tiene conciencia de lo que me pasa ... pero no puedo evitar sentir las piernas como sogas, el estómago con mariposas y ni hablar si hay un abrazo o un beso de por medio ...



El otro día hablaba con mi querido amigo Emilio de este tema y él me decía que si sigo así, atontada entre estas dos personas, me hago invisible para otros hombres y eso me dejó pensando ... acaso soy invisible para otros hombres?




martes, 23 de octubre de 2007

No hay peor ciego ...


"No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar"
¿Sabías esto?

Una buena forma de evitar ser así, como el sujeto de la pintura, es abrir las orejitas a las opiniones de los demás sin tildarlas por adelantado de estupideces, mentiras o poco serias...

Ahhh, te cuento que yo también peino canas, por eso me permito dejarte este consejo!



PROHIBIDO FIJAR CARTELES

Despiertas casi cadáver cuando el reloj lo ordena,
el día no te espera, hay tanto capataz que mide
el milímetro del centavo que se atrasa por ti,
bebes el café que te quedó de ayer y sales
consuetudinario PROHIBIDO CURVAR A LA IZQUIERDA
y casi PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED pisas el césped
porque ibas a caerte, luego avanzas, ciudadano
y durable, PROHIBIDO CRUZAR sin saber par qué lado
ir ni para qué PROHIBIDO ESTACIONARSE porque no puedes
parar la maquinaria infatigable con tu dedo
sólo porque te entró una astilla en el alma,
OBEDEZCA AL POLICÍA así es más fácil, saluda,
dí que sí, que bueno PROHIBIDO HABLAR CON EL CONDUCTOR
y quitándole dócilmente el sombrero estupefacto
PONGASE EN LA COLA anuncia tu hereje necesidad
de trabajar en lo que fuese NO HAY VACANTES,
tal vez el año próximo por la tarde, pero no te dejes
dejar para mañana lo que puedes morir hoy
y aguantas y volverás cuanto te llamen PROHIBIDO
USAR EL ASCENSOR PARA BAJAR con tus piernas,
para eso las tiene gratis desde el último accidente
NO SE ACEPTA RECLAMOS para que vayas de guerra
en guerra con tu himno nacional SONRÍA, tu banderita,
la patria a la que le debes tanto, como todos,
pero ten cuidado, imbécil: por ir pensando en tu metafísica
descosida ibas a entrar en el parque público
PROHIBIDA LA ENTRADA, zona estratégica, tú , negro,
humano, perro cívico, civil, SILENCIO, y tú sabes
que no debes PROHIBIDO PORTAR ARMAS, eso también
se sabe y tampoco los proyectos de amor, los aromas
futuros, no suena todavía la sirena de las seis
PROHIBIDAS LAS HUELGAS que es cuando puedes pensar
LEA SELECCIONES TOME COCA-COLA PROHIBIDO ESCUPIR
hombre libre de este país libre del mundo libre,
y acatas las yuntas formidables de los diarios
y agradeces: otros piensan por ti y les cuesta
para que sigas libre, no te llames PROHIBIDO
USAR EL TELÉFONO sólo para tener quién pregunte
por ti PROHIBIDAS LAS VISITAS EN LAS HABITACIONES
vayan a creer que estás enfermo, PROHIBIDO FORMAR GRUPOS,
porque tú, individuo, aislado, alicaído, con el vientre
pegado al paladar que te sabe a medalla, eres inofensivo;
mejor apágate la luz, deja para algún días los rencores,
ponte en toque de queda, métete en ti, prolóngate
durmiendo para que vuelvas a amanecer, heroico
de puro testarudo, a leer las nuevas instrucciones
para hoy como un estado de sitio: prohibido tener
libros de Marx y otros libros, prohibido llevar los cabellos
como te dé la gana, prohibido ir a China, prohibido
besarse en los parques, prohibido tener fotografías
del Che, nombrar al Che, leer al Che y otros autores,
prohibidas las faldas cortas, las películas suecas,
prohibidas las canciones de Bob Dylan, los dibujos de Siné,
prohibido hablar mal del gobierno, prohibida
la información sobre los grupos subversivos, prohibidas
todas las manifestaciones, queda prohibida la lucha
de clases ha dicho el Presidente, y siguen, aguantón
y cobarde, sólo porque el instinto, él también,
quién lo creyera, te colgó su letrero : SE PROHIBE MORIR.

JORGE ENRIQUE ADOUM
AMBATO-ECUADOR 1926

La bella durmiente del bosque y el príncipe



La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe.
Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.


(Marco Denevi)

La guerrillera

La guerrillera
(
Luis Manuel Alcocer)

Debí haberme enamorado de una guerrillera
con ojos de victoria aplastante, letal.
Su cuerpo al llamarme era una orden pechotierra,
sus labios eran un fuego lento al besar.
Sus brazos protectores se hicieron mi guarida,
no había miedo que me tocara un proyectil.
Estando con ella una tormenta era un llovizna,
su piel me decía "no, aún no vamos a morir".
¿Dónde estás, guerrillera, dónde estás?
que sin ti ya no puedo idearme un plan.
¿Dónde estás, guerrillera, dónde estás?
sin tu ayuda me van a derrotar.

Balada para Maria

Estimados lectores,
quienes me conocen un poquito saben que no me hace mucha gracia usar mi primer nombre, sobre todo cuando éste toma la forma del diminutivo Mary (si, hermanito, si leés esto sabelo!), prefiero que me llamen Laura o en todo caso María Laura ...

Pero también quería contarles que cuando aún no había nacido la idea de mi madre era bautizarme como Karina Elizabeth, si señor! se imaginan? Yo no puedo! Por suerte, mi amado viejito le dijo a mi madre cuando estaba por ser llevada al quirófano que nada de Karina Elizabeth, el primer nombre de su hija iba a ser María y que ella eligiera lo que quisiera y entre mi vieja y la anestesia surgió Laura ...

... pero más allá de eso hoy quería compartir con uds. una poesía del gran Vinicius de Moraeas titulada "Balada para Maria", después de leer este poema, quien pudiera tener a alguien que le dijera estas palabras no?

Não sei o que me angustia
Tardiamente; em meu peito
Vive dormindo perfeito
O sono dessa agonia...
Saudades tuas, Maria?
Na volúpia de uma flora
Úmida, pecaminosa
Nasceu a primeira rosa
Fria...

Perdi o prazer da hora.

Mas se num momento cresce
O sangue, e me engrossa a veia
Maria, que coisa feia!
Todo o meu corpo estremece...
E dos colmos altos, ricos
Em resinas adorantes
Pressinto o coito dos micos
E o amor das cobras possantes.

No mundo há tantos amantes...

Maria...
Cantar-te-ei brasileiro:
Maria, sou teu escravo!
A rosa é a mulher do cravo...
Dá-me o beijo derradeiro?
- Cobrir-te-ei de pomada
Do pólen das flores puras
E te fecundarei deitada
Num chão de frutas maduras
Maria... e morangos, quantos!
E tu adoras morango!
Dormirás sobre agapantos...
- Fingirei de orangotango!

Não queres mesmo, Maria?

No lombo morno dos gatos
Aprendi muita carícia...
Para fazer-te a delícia
Só terei gestos exatos.

E não bastasse, Maria...

E morro nessas montanhas
Entre as imagens castanhas
Da tua melancolia.. .

Vinicius de Moraes Poesia completa e prosa Volume único Organização: Alexei BuenoRio de Janeiro Editora Nova Aguilar S.A1998

domingo, 21 de octubre de 2007

Las madres verdaderas no levitan

Por Rosa Montero

Este artículo que está usted leyendo tarda dos semanas en imprimirse, de manera que entre el momento en que lo escribo y la fecha de su publicación pueden haber sucedido muchas cosas en el mundo. Sobre todo si el tema es tan turbio, crispado y candente como el de los McCann y la desaparición de Madeleine. En los quince días que median entre mi ordenador y sus ojos tal vez hayan encontrado a la niña, o su cadáver; tal vez hayan descubierto las pruebas definitivas para culpar a los padres, o para exonerarlos. Pase lo que pase, es una tragedia que el circo mediático ha convertido en algo fatalmente desesperado, porque cualquier desenlace será terrible. Si los McCann son inocentes, por el atroz martirio añadido que estarían soportando con las sospechas: no creo que nadie pueda recuperarse de algo así. Y si son culpables, por la basura inconmensurable de manipulación y perverso fingimiento que habrían arrojado sobre la opinión pública, ensuciando la credibilidad de cualquier causa: dudo que la solidaridad social quedara indemne. En cualquier caso, la desaparición de Maddie, que por desgracia no es más que una entre muchas otras desapariciones de niños, se ha convertido en un suceso emblemático de nuestra época, justamente por el inmenso globo informativo que se ha montado en torno al asunto. Es un incidente policial sobre el que se ha aplicado el talante chabacano, gritón, tergiversador e impúdico de una sociedad acostumbrada al Gran Hermano.

De eso quería hablar, precisamente. De la impudicia. Y de cómo el airear la intimidad produce unos efectos alucinantes. Leo que han investigado el diario de la madre, Kate McCann, buscando pruebas. Y los medios airean anotaciones de la madre que son consideradas sospechosas. Por ejemplo, Kate escribió que los mellizos eran unos “histéricos”, y que la niña tenía una “energía que me consume”. Y se quejó de que su marido no la ayudaba lo suficiente en el cuidado de los niños. Estas frases inanes han llenado grandes titulares en los periódicos, como si semejantes boberías fueran un indicio claro de culpabilidad. Pero por todos los santos, ¡si son los lugares comunes más tibios y vulgares que pensarse pueda! Que las madres que no hayan pensado o dicho alguna vez algo parecido den un paso al frente.

De hecho, las anotaciones de Kate me parecen de un comedimiento extraordinario. Hay madres que gritan, que se desesperan, que en un momento de hartura dicen que mandarían a sus hijos a un orfanato. Y todo esto no les impide ser estupendas madres. Una de las cosas más nefastas del circo mediático es su cruda simplificación de la realidad, el embrutecedor falseamiento de las emociones, de los sentimientos y de la vida. Y así, ahora resulta que, según los medios, para ser una buena madre, una madre de la cual no se sospeche algo tan gordo como que ha matado a su hija, la mujer tiene que ir levitando de felicidad materna todo el día.

Eso es lo que tiene no respetar el carácter íntimo de la intimidad, la necesaria privacidad de lo privado. Si uno airea aquello que pertenece al ámbito más reservado y personal, la realidad se deforma de manera grotesca. Todos guardamos pensamientos y actos indecibles que no querríamos que otros conocieran y que, de hacerse públicos, serían probablemente malentendidos. En la hermosísima novela El mar, de John Banville, una mujer agonizante habla a su marido de los momentos en que se han odiado el uno al otro. Y es que entre ellos también ha habido odio, pese a que han vivido una historia de amor profunda y tierna. Así de complicados somos en nuestra más recóndita intimidad, así de confusos. La vida personal es un secreto tan secreto que ni siquiera nosotros mismos tenemos del todo claro lo que llevamos dentro.

Úselo y tírelo

Úselo y tírelo

Eduardo Galeano

La sociedad de consumo ofrece fugacidades. Cosas, personas; las cosas fabricadas para durar, mueren al nacer, y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia, que antes se llamaban gamines y ahora se llaman desechables, y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar, son "económicamente inviables", según el lenguaje técnico. La ley del mercado los expulsa por superabundancia de mano de obra barata. El Norte del mundo genera basuras en cantidades asombrosas. El Sur del mundo genera marginados. ¿Qué destino tienen los sobrantes humanos?. El sistema los invita a desaparecer; les dice: "Ustedes no existen".

¿Qué hace el Norte del mundo con sus inmensidades de basura venenosa para la naturaleza y la gente? Las envía a los grandes espacios del Sur y del Este, de la mano de sus banqueros, que exigen libertad para la basura a cambio de sus créditos, y de la mano de sus Gobiernos, que ofrecen sobornos.

Los 24 países desarrollados que forman la Organización para la Cooperación en el Desarrollo Económico del Tercer Mundo produce el 98% de los desechos venenosos de todo el planeta. Ellos cooperan con el desarrollo regalando al Tercer Mundo su mierda radioactiva y la otra basura tóxica que no saben dónde meter. Prohíben la importación de sustancias contaminantes, pero las derraman generosamente sobre los países pobres. Hacen con la basura lo mismo que con los pesticidas y abonos químicos prohibidos en casa: los exportan al Sur bajo otros nombres.

En el reino de lo efímero, todo se convierte inmediatamente en chatarra para que bien se multipliquen la demanda, las deudas y las ganancias, las cosas se agotan en un santiamén, como las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza al mercado.

El Sur, basurero del Norte, hace todo lo posible por convertirse en su caricatura. Pero la sociedad de consumo -dime cuánto consumes y te diré cuánto vales- invita a una fiesta prohibida para el 80% de la humanidad. Las fulgurantes burbujas se estrellan contra los altos muros de la realidad. La poca naturaleza que le queda al mundo, maltrecha y al borde del agotamiento, no podría sustentar el delirio del supermercado universal, y al fin y al cabo, la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar el equilibrio de la economía mundial mediante sus brazos baratos y sus productos a precio de ganga. En un mundo unificado por el dinero, la modernización expulsa mucha más gente que la que integra.

Para un innumerable cantidad de niños y jóvenes latinoamericanos, la invitación al consumo es una invitación al delito. La televisión te hace agua la boca y la policía te echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece; y no hay valium que pueda dormir esa ansiedad ni prozac capaz de apagar ese tormento. La lucha social aparece en las páginas políticas y sindicales.

El mundo de fin de siglo viaja con más náufragos que navegantes, y los técnicos denuncian los "excedentes de población" en el Sur, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que violar el sexto mandamiento día y noche. ¿"Excedentes de población" en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia, un puñado de voraces se queda con todos los panes y peces.

Cada vez son más los niños marginados que, según sospechan ciertos expertos, "nacen con tendencia al crimen y la prostitución". Ellos integran el sector más peligroso de los "excedentes de población". El niño como amenaza pública, la conducta antisocial del menor en América, es el tema recurrente de los Congresos Panamericanos del Niño desde 1993.

A principios de siglo, el científico inglés Cyril Burt propuso eliminar a los pobres muy pobres "impidiendo la propagación de su especie". Al fin de siglo el Pentágono anuncia la renovación de sus arsenales, adaptados a las guerras del futuro, que tendrán por objetivo los motines callejeros y los saqueos; y en algunas ciudades latinoamericanas, como Santiago de Chile, ya hay cámaras de televisión vigilando las calles.

El sistema está en guerra con los pobres que fabrica, y a los pobres más pobres los trata como si fueran basura tóxica. Pero el Sur no puede exportar al Norte estos residuos peligrosos, que se multiplican cada día. No hay manera de "impedir la propagación de su especie", aunque según al arzobispo de San Pablo, cinco niños caen asesinados cada día en las calles de las ciudades brasileñas, y, según la organización Justicia y Paz, son niños buena parte de los 40 desechables que cada mes caen asesinados en las calles de las ciudades colombianas.
Tampoco se puede mantenerlos escondidos, aunque los desechables no existen en la realidad oficial: la población marginal que más ha crecido en Buenos Aires se llama Ciudad Oculta y se llaman ciudades perdidas los barrios de lata y cartón que brotan en los barrancos y basurales de los suburbios de la ciudad de México.

No hace mucho, los desechables colombianos emergieron de debajo de las piedras y se juntaron para gritar. La manifestación estalló cuando se supo que los escuadrones parapoliciales, "los grupos de limpieza social", mataban indigentes para venderlos a los estudiantes que aprenden anatomía en la Universidad Libre de Baranquilla.

Y entonces Buenaventura Vidal, contador de cuentos, les contó la verdadera historia de la Creación. Ante los vomitados del sistema, Buenaventura contó que a Dios le sobraban pedacitos de todo lo que creaba. Mientras nacían de su mano el sol y la luna, el tiempo, el mundo, los mares y las selvas, Dios iba arrojando al abismo los desechos que le sobraban, pero Dios, distraído, se había olvidado de la mujer y del hombre, que esperaban allá en el fondo del abismo, queriendo existir. Y ante los hijos de la basura, Buenaventura contó que la mujer y el hombre no habían tenido más remedio que hacerse a sí mismos, y se habían creado con aquellas sobras de Dios. Y por eso nosotros, nacidos de la basura, tenemos todos algo de día y algo de noche, y somos un poco tierra y un poco agua y un poco viento.

viernes, 19 de octubre de 2007

Ay el amor, el amor

O mejor dicho el enamoramiento ... porque aún no me queda claro cual es la enfermedad que me ha afectado y ha calado hondo en mi corazón, aunque por momento pienso que ya a esta altura se trata o bien de un capricho o un empecinamiento (auspiciado por mi sangre gallega y cabezona) ...


Lo cierto es que me sigue pasando esto del corazón acelerado, de la ansiedad por tocar su cuerpo y por ser tocada por él pero por el momento nada ha pasado. Entonces que otra cosa puede decir más que "Señores, o el amor es muy pero muy puto o yo soy un caso de chaleco".


Si ya se, ustedes sobre todo los que me conocen dirán que es la justa combinación entre las dos cosas, pero sobre todo y con una sonrisa en el rostro, meneando sus cabezas dirán "Piba, vos son un caso de chaleco!!!!"


Pero yo les juro que intento no serlo ... hago todo los esfuerzos posibles y no lo logro. Me pongo como objetivo ignorarlo, no morirme cada vez que lo veo, que mi corazón no palpite como caballo desbocado, para que no se me erize la piel y nada!

Alguno tiene algún consejo para darme?

Cantemos todos IV

En esta ocasión les dejo una canción de Bacilos, un grupo de música pop latino
que lo disfruten!
Dime lo que sientes, dimelo otra vez
Dejame escucharte, dejame creer
¿Hasta donde llega?, ¿hasta donde va?
Dime que es muy fuerte y nos va a durar
Dime que aunque aveces cuestan tanto las palabras
Dime que me llevas en la mente y en las ganas
Dime que va mas alla de una adiccion
De la piel, del corazon
Dime lo que sientes, dimelo otra vez y otra vez y otra vez
Habla con los ojos, habla con la piel
Habla con las manos, ponlo en un papel
Dime lo que sientes, cuando yo me voy
Dime como duermes, cuando yo no estoy
Dime que aunque aveces cuestan tanto las palabras
Dime que me llevas en la mente y en las ganas
Dime que encontraste todo lo que un dia buscabas
Dime que tu sientes, lo mismo que yo..
(Lo mismo que yo, na na na na na..)
Dime que aunque aveces cuestan tanto las palabras
Dime que me llevas en la mente y en las ganas
Dime que encontraste todo lo que un dia buscabas
Dime que tu sientes, lo mismo que yo..
(Lo mismo que yo, na na na na na..)

miércoles, 17 de octubre de 2007

El otro yo


Gracias a La Vane que colgó esto en NHNSC, de allí lo tomé para compartirlo con uds.
El otro yo

Mario Benedetti

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.


El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el proposito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando.Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Eustaquio Élculo

Queridos míos, hoy les dejo para su deleite el cuento de mi querido amigo Carlos. Seguramente lo disfrutarán, si quieren leer más de él (y se los recomiendo) pueden hacerlo en http://comandante.wordpress.com/
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Hola. Me voy a presentar, mi nombre es Eustaquio Élculo.

Sí, leyó bien, Eustaquio Élculo, con acento en la “e”, es un noble apellido esdrújulo.

El uso de las máquinas de escribir generalizó la costumbre de no acentuar las mayúsculas, pero reitero que mi apellido es esdrújulo, con acento en la “e”, aún cuando sea mayúscula.

Es verdad que pocos pronuncian el acento correctamente cuando me llaman por el apellido, pero yo siempre corrijo está imperfección del lenguaje.

No se preocupe, entiendo que lea lo que dije y se esté riendo, casualmente de eso trata esta breve historia.

Soy hijo de Máximo Élculo y de Dolores Fuertes de Élculo. Esos son mis amados padres.

Mi infancia, dentro del hogar familiar, fue muy feliz. Mi madre era muy querida en el barrio y mi padre, un importante miembro de la comunidad.

Las personas, cuando iba de la mano con mis padres por la calle, los saludaban afectuosamente y siempre tenían alguna golosina para regalarme o me hacían algún comentario agradable.

Sin embargo, crecí y comencé a ir al colegio primario.

De pronto, me encontré en un ambiente que me era absolutamente desconocido, rodeado de pequeños como yo. Estaban “el bajito”, “el gordo”, uno que lloraba, otro que trataba de sacarse la corbata, pero el peor parecía uno que era alto, un personaje de la peor ralea, en sus ojos vidriosos podía verse la ira y el encono.
Lo primero que hizo la maestra fue tomar lista. Después de la D viene la E, aún cuando tuviera acento. Sin embargo, la maestra hizo una pausa, se sonrió y por fin, recobró la compostura y mencionó, por primera vez ante el público, mi noble apellido.

Los chicos, mis compañeros, los que mi madre me decía todos los días, que iban a ser mis “amiguitos”, hicieron el mismo silencio que la profesora, pero en lugar de sonreírse largaron, todos al unísono, una sonora carcajada. Hasta el que lloraba dejó de hacerlo.

Así comenzó mi historia escolar. La maestra, todos los días, tomaba lista y, todos los días, se repetía el mismo ritual.
Aún, cuando después de muchos años, hablando con mis “amiguitos”, ahora ya grandes, me confesaban que se habían enamorado de la “señorita”, yo aún le guardo profundo rencor. No puedo olvidar la primera vez que mencionó mi apellido: lo dijo sin el acento en la “e”.

Mi primer recreo también fue el más odiado, todos me señalaban, no solo los miembros de mi clase, sino también, las otras maestras y señoritas. Hasta el Director me miraba.

Le conté a mi madre y a mi padre lo que me sucedía y ellos me recalcaron que mi apellido era esdrújulo, es decir con acento en la “e”; que nunca lo olvidara.

Así que me convertí en el único niño que aún no sabía escribir y ya sabía que significaba una palabra esdrújula y la sutil pronunciación que de ello se derivaba.

En cambio amé, a mi Señorita de segundo grado, ella optó por ponernos sobrenombres, dado que mi nombre Eustaquio, también motivaba a risa.

Pero me estoy yendo de tema, no quiero hablar del amor que tenía por la señorita de segundo grado.

Lo cierto es que, lo curioso de mi apellido, se fue olvidando con los días y pude ser bastante normal con mis “amiguitos”, todos pronunciaban bien mi apellido. Lo pronunciaban con acento en la “e”.

Siempre, lo peor sucedía cuando cambiaba de grado, todo comenzaba de vuelta. Excepto cuando pasé a segundo grado, que fue cuando la señorita nos puso apodos. Yo no era “Eustaquito”, me llamaban “El Rubio” o, simplemente, “Rubio”, algo neutral.

Así, pasó el tiempo y mi vida, con mis amiguitos, continuó bien. Era amigos de todos y todos los eran de mí.

Se la habían agarrado con el pibe que lloraba -y que nunca dejó de llorar-. En cambio, yo no lloraba, no me lo podía permitir; era el único con un apellido esdrújulo y eso me hacía diferente.

Cuando pasé a la secundaria, un secundario mixto, la cosa fue peor. El pibe que lloraba, ya no estaba allí y no tenían con quien agarrársela.

Pero la cosa era más terrible, ya no estaba la señorita de segundo grado, había montones de profesores y todos tomaban lista.

Ninguno, al principio, lo pronunciaba con acento en la “e”. Excepto el profesor de Literatura que retó a toda la clase cuando se rieron la primera vez que tomó lista.

Él sí lo pronunció con acento en la “e” y por primera vez explicó al grupo lo que era una palabra esdrújula y, que las mayúsculas se acentúan, a pesar de las máquinas de escribir.

El colegio secundario era distinto, había chicos grandes y malos. Así que, después de mi primera golpiza, tuve que decidir.

O me parecía al pibe que lloraba o aprendía a defenderme. Así que me decidí por aprender a defenderme.

Mi apodo de rubio y el hecho de que me sabía defender me hizo popular y mi apellido –que es esdrújulo- pasó a ser un símbolo de status.

Con las chicas era distinto. Mi padre me habló y me dijo que ningún Élculo de la familia, podría ser homosexual, aún cuando el apellido hubiera sido con acento en la “e”.

No era una cuestión de discriminación, era cuestión de vida o muerte, ningún homosexual podría sobrevivir con ese apellido, aún cuando fuera esdrújulo.

Por los sabios consejos de mi padre, aprendí el arte de la seducción y, como además, todos me respetaban porque me sabía defender, fui muy popular entre las chicas.

A veces era incómodo, sobre todo cuando debían presentarme a su familia. Pero era la primera impresión,
luego yo me encargaba de explicar que mi apellido era esdrújulo, es decir, con acento en la “e”.

También tuve que ser buen estudiante -tenía que ser el mejor- porque podía defenderme de mis compañeros, pero no podía pegarle a mis profesores.

Por ser el mejor alumno, me otorgaron la medalla de oro cuando terminé la secundaria.

Vendrían funcionarios de distintos organismos y el mismísimo Ministro de Educación. –él me entregaría la medalla-.

Mis amigos, se sentaron al final de todo, casi a la salida. Fueron todos para ver como me galardonaban con la medalla.

El salón estaba lleno y se aproximaba mi momento de gloria. El Ministro tomó el diploma y la medalla y luego pronunció mi apellido. Lo pronunció sin acento en la “e” y todos se rieron, pero se hicieron los distraídos, era el Ministro y uno no puede burlarse de un Ministro.

Sin embargo, mis amigos me reservaban una sorpresa en alusión a la medalla que me daban.

Cantaron una canción alegórica: “Te la dan, Élculo te la dan”. Todos estallaron en una carcajada. Claro. lo dijeron sin acento en la “e”.

Así terminé la secundaria.

Afortunadamente no hice el servicio militar, porque me saqué número bajo. No hubiera querido hacerla porque los militares no saben pronunciar bien las esdrújulas, Además, las máquinas de escribir del ejército no permiten acentuar las mayúsculas.

Me enfrenté a otras de mis grandes decisiones de la vida. Debía escoger una carrera universitaria.

No podía ser médico, nadie querría un médico que llevara mi apellido aún cuando fuera con acento en la “e”.

Menos aún podía pensar en ciertas especialidades.

Por eso en mi familia no hay médicos.

Tampoco podía ser veterinario, menos aún diplomático.

Peor aún, hubiera sido escoger abogacía. Por esa época yo pensaba que todos los juicios eran como los de la TV, así que no me imaginaba explicándole a un jurado, que mi apellido era esdrújulo y llevaba acento en la “e”, aún cuando las máquinas de escribir no permitieran hacerlo.

Ningún jurado me tendría en cuenta.

Más difícil sería aclararle a la señorita que toma nota -la dactilógrafa-, cada vez que se mencionara mi apellido, que debía ponerle acento en la “e”, aún cuando su máquina de escribir no lo permitiera. Hubiera demorado cualquier juicio.

Así que me decidí a ser contador, allí no hacía falta mencionar el apellido, todos los contribuyentes y también los contadores, tienen un número y no un apellido.

Tampoco fui a una Universidad privada, fui a la estatal, porque allí nadie menciona el apellido del otro, solo hay otro número que lo identifica, así que por un tiempo fui el 83.205.

Fui un buen contador, tuve buenos clientes y me veía seguido con mis amigos del colegio y de la facultad. También tuve muchas novias, que todas pronunciaban bien mi apellido, es decir con acento en la “e”.

Hasta que un día decidí hacer un libro, este me llevaría a la fama, pero mi editor me dio millones de razones por las cuales yo no podía escribir con ese apellido, pero fundamentalmente, porque las máquinas de escribir no permitían acentuar a las mayúsculas.

Además, ningún locutor, cuando me mostraran en las cámaras, pronunciarían bien mi apellido, es decir con acento en la “e”.

Entonces, cometí el error de mi vida, me cambié el nombre y pasé a ser Juan García, un apellido común y un nombre común. Si hubiera sido inglés me hubiera llamado John Smith.

Como Juan García, nadie me conocía. Mis amigos no me encontraban en la guía telefónica, mis novias ya no me llamaban, ya no era hijo de la mujer muy querida en el barrio ni del importante miembro de la comunidad. Como profesional no tenía currículo ni antecedentes así que no publicaron mi libro.

Con el único que me veía era con el chico que lloraba, ahora era un hombre amargado y triste, pero era el único que me reconocía.

Por eso, ahora volví a ser Eustaquio Élculo, con acento en la “e”, un apellido esdrújulo, el cual nunca debí olvidar, porque todo se lo debo a él.

Agosto 2002

Carlos Enrique Spina

lunes, 8 de octubre de 2007

Cantemos todos III

Y en esta entrega les propongo una versión femenina (no feminista) de un tango de Discépolo ... perdón don Discépolo pero así me gusta cantarlo a mí. Con uds. Justo el 31


Justo el 31
Tango
1930
Letra y Música:
Enrique Santos Discepolo

Hace cinco días,loco de contento
vivo en movimientocomo un carrusel...
El que pensaba amurarme el uno,
justo el treinta y uno
yo lo madrugué...
Me contó un vecino,que el muchacho loco,
cuando vio la piezasin un alfiler,
se morfó la soga
de colgar la ropa
(que fue en el apuro, lo que me olvidé...).

Si ahorca no me paga
las que yo pasé.
Era un mono loco
que encontré en un árbol
una noche de hambre
que me vio pasar.
me tiró un coquito...
¡yo que soy chicata...me ensarté al oscuro
y lo llevé al bulín!...
Sé que entré a la pieza
y encendí la vela,
sé que me di vuelta para verlo bien...
Era tan fulero, que lo vi, di un grito,
lo demás fue un sueño...¡Yo, me desmayé!

Lo aguanté de pena
casi cuatro meses,
entre la cachadade todo el café...
Me tiraban nueces, mientras me gritaban:
"¡Ahí va Sarrasanicon el chimpancé"!...
Gracias a que el "Zurdo",
que es tipo derecho,
le regó el helecho
cuando se iba a alzar;
y la redoblona de amurarme el uno
¡justo el treinta y uno se la fui a cortar!

Historia de sacerdotes y guerreros

Una enfermera de Palermo cree estar enamorada de dos hombres al mismo tiempo. Ellos no pueden ser más diferentes. Representan dos estilos masculinos antagónicos. Uno es tierno y responsable; el otro, audaz y pasional. ¿A cuál elegirá?

La agonía de un viejo periodista sin familia, que Fernández acompañó durante tres largas noches de internación leyéndole sin esperanzas algunas páginas de Marcel Proust, derivó inesperadamente en un ligero chisme de pasillo, luego en la historia completa de un triángulo sentimental y por fin en un relato de corazones desatados. Fernández se enteró, tomando café con el personal nocturno del sanatorio, por qué cargaba tantas penas de amor la enfermera universitaria más linda de Palermo.

Se llamaba Marcela, era morocha y bien desarrollada, y trataba de congeniar su belleza con la eficacia y su ambición con la bondad. Solía ser, según sus propios compañeros, abnegada pero luchadora, y sensual pero fría. Militaba en un feminismo básico, y detestaba obviamente a los hombres prepotentes e insensibles. Por eso enamoró a un médico clínico y odió con ímpetu a un cirujano de planta.

El clínico resultó ser un hombre separado y responsable, médico de familia, idealista, humano, ético y emocional, dueño de palabras hondas y portador sano de notables signos de admiración: un sacerdote. En cambio, el cirujano resultó ser un hombre duro, valiente y egoísta, brillante desde la técnica y cerebral en la batalla, dueño de un humor ácido que espantaba y de un escepticismo práctico a prueba de misiles: un guerrero.

El sacerdote se llamaba Juárez y el guerrero, Katz. Marcela quiso al clínico con tanta devoción que a los dos años nadie entendía por qué razón no se había casado con él. Fue más o menos para esa fecha en la que la dirección incorporó al staff oficial al doctor Katz, que entró como un vendaval y tuvo guerra dialéctica permanente con la enfermera diplomada.

Juárez cortejaba con palabras, cuidado, altruismo y alta sensibilidad a Marcela, y ella sentía que el clínico era su mejor amigo y su compañero de ruta, un maestro sofisticado que le enseñaba el progresismo de la vida. Katz, en cambio, le parecía aborrecible porque era elemental. Uno curaba con la observación, el otro con el cuchillo, y para Marcela ese detalle instrumental constituía una metáfora acabada de sus diferencias.

Se fraguaba, sin embargo, algo oculto e intangible en la rutina amorosa de la enfermera y el clínico. Cierta clase de amor sólo sobrevive en las incertidumbres. Cuando se sobreentiende que no hay amenazas posibles, el amor languidece de un modo silencioso y maligno. Es como si el amor fuera un avión a pedal: si el ciclista deja de pedalear el avión cae. Esas parejas se adormecen en las llanuras y renacen en los abismos.

Un poco adormecida, pero todavía sin conciencia de estarlo, Marcela viajó a Mar del Plata con la cúpula del equipo médico del sanatorio para participar de unas jornadas de capacitación. Juárez no pudo dejar su consultorio privado, pero Katz aprovechó el viaje para hacer sus enfáticos discursos sobre los límites de la vida, contar chistes de humor negro en las sobremesas y jugar de a ratos al tenis. Les tocó, para desgracia de Marcela, asientos juntos en el avión y luego en el salón de convenciones. Y no pudo evitar que el cirujano la menospreciara con sutil humor, la abordara a cada rato y le sonsacara datos sobre su vida personal. Ofendida en su ego, batalló con Katz unas horas sin lograr sacárselo de encima, y llegó a la primera noche un poco turbada. No sabía qué estaba ocurriendo y entonces, con la mente en blanco, habló una hora desde su habitación con Juárez, que le contaba anécdotas y proyectos. Al día siguiente, mientras se hacían dificilísimos juegos de management entre las mesas, Katz vino en su ayuda, y ella sintió por primera vez algo parecido a la simpatía. Desvelada y extraña, en la segunda noche Marcela bajó al bar y pidió una copa, y el guerrero se le sentó en el taburete de al lado, y estuvieron bebiendo y hablando dos horas en una rara intimidad nocturna. Un poco mareada, Marcela se metió en el baño y se miró al espejo. Esto no puede estar pasando, se dijo. Pero estaba pasando, y chocaron los planetas.

La enfermera regresó a Buenos Aires creyendo que todo había sido un lamentable error y un mal sueño, y se dio ánimo pensando que no tendría consecuencias. Pero las cosas comenzaron a ser distintas entre ella y el sacerdote. Y el guerrero la encadenó a su cama y al mes Marcela se dio cuenta de que tenía un novio formal y un amante institucionalizado, y se horrorizó ante la idea. Yo no soy así, esto no puede estar pasando, se repetía. Pero estaba pasando, y duró seis meses. La enfermera era incapaz de cortar la relación con el guerrero, pero se sentía desfallecer ante la sola posibilidad de perder al sacerdote, que parecía ser el hombre de su vida. ¿Los quería a los dos? Sí, pero de un modo tan distinto. Tenía que admitir, a fuerza de sinceridad, que el guerrero le despertaba algo atávico, algo anterior a la ideología, la civilización y lo políticamente correcto. Era algo vinculado a esa dimensión cavernícola y animal que deriva del duelo y el cortejo entre el macho y la hembra. El sacerdote, en la vereda de enfrente, representaba todo por lo que ella había luchado, todo en lo que creía y también todo en lo que buscaba convertirse con desesperación. No había perdido tampoco la pasión por el sacerdote, aunque el conocimiento profundo del guerrero le reveló a alguien sensible e intuitivo escondido dentro del envase de un hombre de acero inoxidable. Por increíble que parezca, Katz estaba ahora completamente enamorado de ella, y las dudas de la enfermera lo debilitaban, lo convertían en un tipo en paños menores azotado por los vientos del polo. El cirujano sabía de la existencia de Juárez, pero el clínico nadaba en la ignorancia, aunque percibía que Marcela estaba lejos sin entender del todo a qué se debía esa nueva modorra.

Un obstetra, íntimo de Juárez, escuchó primero el rumor en Enfermería y luego pescó de casualidad un gesto secreto e inequívoco de Marcela hacia Katz en la sala de operaciones. Un amigo es un amigo: puso al tanto al clínico de la situación mientras lo emborrachaba. Al principio, Juárez no quiso creer la verdad. Transido por el dolor, comenzó a espiar a Marcela y, como quien busca encuentra, finalmente encontró algunos indicios de infidelidad. Y al final la confrontó desde la cruel honestidad de los inocentes. Ella no pudo negarle los hechos. El pegó un portazo, se subió a su camioneta y manejó quince horas por rutas perdidas. Estuvo tres días desaparecido, y cuando regresó le dijo a Marcela que se equivocaba, que Katz no podía hacerla feliz y que él daría batalla hasta el final.

Los dos hombres dieron batalla. Cada uno con sus armas, e impostando mutuamente las armas del enemigo. El guerrero fue pasional pero se volvió locuaz y comprensivo; el sacerdote fue entrañable pero se volvió audaz y lujurioso. Marcela vivía aterrorizada por la guerra declarada, por las mutaciones de sus hombres y por la propia confusión en la que se iba hundiendo. A veces pensaba que quería a uno pero que estaba enamorada de otro. Y otras veces pensaba exactamente lo contrario. Imaginó en ocasiones tomar una decisión arbitraria y drástica, pero percibía que el corazón no funcionaba con ordenanzas, que no podía equivocarse porque le iba la vida y que quedaría atrapada para siempre en esa encrucijada tenaz.

Los contendientes se evitaban en el sanatorio, pero una tarde coincidieron en la playa de estacionamiento. El sacerdote lanzó un dardo verbal y el guerrero le devolvió una trompada. Se estuvieron pegando un rato, sin pericia y sin oficio, enmarañados y a los raspones, hasta que lograron separarlos. Los dos jadeaban, derrotados y contenidos, y el encargado de la playa, que era un filósofo tanguero, arrastró en voz alta: Hay mujeres demasiado importantes para un solo hombre.

El incidente fue narrado una y mil veces en el sanatorio, y la frase del encargado se convirtió en leyenda. Una noche, en vísperas de que el viejo periodista a quien Fernández cuidaba finalmente muriera, el encargado le aceptó un paquete de cigarrillos negros y le reveló el desenlace: Al final ella se quedó con los dos. Es decir, se quedó sin ninguno.

Fernández no quiso conocer los detalles.

Por Fernández
jofernandez@lanacion.com.ar

El amor es muy puto





“El amor es muy puto, leyó una y otra vez, tratando de asimilar cada palabra y de comprenderla cabalmente. Claro, se dijo, muy puto. No le gustaban las malas palabras, pero tenía que admitir que no existía sinónimo en el castellano moderno para esa expresión soez. Podía decirse que el amor era resbaladizo, egoísta, maldito, cambiante, caprichoso y hasta perverso. Pero aun así nada definía tanto el hondo carácter del amor como la palabra puto, que no aludía a la prostitución ni a la homosexualidad, sino al filo inestable de un sentimiento que no aceptaba reglas, chantajes ni definiciones”, dice Fernández en su nuevo libro.


Y si, Fernández, que mejor forma de definirlo que así? Resbaladizo, mañero, ataca a traición y cuando una cree que está casi casi curada (o al menos resignada) estar a su lado, le vuelve a abrir la herida y la deja a una knock out ... y ahora como le explico a mi corazón con agujeritos que tengo que salir adelante? que él no es para mí y que él no busca en mí lo que yo busco de él? Eh? Fernández me podrá Ud. dar una mano?

Quieren leer más de él? A continuación una nueva historia ... Bon apetit!




Hablemos de respeto


Durante las últimas semanas he escuchado en varias ocasiones a personas que reclaman el respeto por las canas o por la trayectoria en algunos aspecto de su vida y me puse a reflexionar sobre si ¿el simple transcurso de una persona en una actividad, le da derecho a exigir se la respete por ello? ¿El respeto no debe ser conquistado día a día?

Estoy de acuerdo en sostener que las personas humanas deben ser respetadas por el hecho de serlo, pero creo que éste es otro tipo de respeto. Es el respeto por la trayectoria, por lo hecho, por lo vivido, por la ganado, por lo perdido, por lo jugado y por sobre todas las cosas por el compromiso con la vida y los ideales.

Por eso, me puse a reflexionar sobre el tema y llegué a la conclusión que el respeto debe ser ganado todos los días, la simple acumulación de canas en la cabellera, de años en el transcurso de la vida o el devenir de los días no es motivo de respeto.
Entonces, eso me convierte en una jovenzuela irreverente? No lo creo. Mi viejo me decía que el respeto había que ganárselo todos los días de la vida y yo tomé esa impresión de él, por eso los invito a reflexionar y ayudarme a poner en claro mis pensamientos. Los escucho ...

lunes, 1 de octubre de 2007

La mujer habitada

Ayer, finalmente, terminé de leer "La mujer habitada" de Gioconda Belli. Niñas y niños, se los recomiendo!!!!


No saben lo que se pierden si no leen ese libro que gentilmente me prestó mi querida amiga Grace (je, al fin y al cabo elegimos bien los regalos de cumple no?).

Niñas, quien pudiera vivir una historia así, aunque claro con un final hecho a medida no? Cierto es que los tiempos han cambiado y no se puede pretender vivir con las condiciones de la década del '70, pero valdría la pena intentarlo no?


Aquí algunas frases dignas de tener a mano pa conquistar al objeto del deseo de cada uno ...

"Se que no podemos nadar juntos - había dicho él por fin- Vos sos la ribera de mi río. ¿Si nadáramos juntos, qué orilla nos recibiría?"

"El tiempo no transcurre: ella y yo tan lejanas podríamos conversar y entendernos en la noche de luna alrededor de la fogata. Innumerables las preguntas sin respuestas. El hombre se nos escapa, se desliza entre los dedos como pez de río manso. Lo esculpimos, lo tocamos, le damos aliento, lo anclamos entre las piernas y aún sigue distante cual si su corazón estuviese hecho de otro material. Yarince decía que yo quería su alma, que mi deseo más profundo era soplarle en el cuerpo un alma de mujer. Lo decía cuando le explicaba mi necesidad de caricias, cuando le pedía manos suaves sobre mi cara o mi cuerpo, comprensión para los días en que la sangre manaba de mi sexo y yo andaba triste, tierna y sensible como una planta recién nacida.

Para él, el amor era pulque, hacha, huracán. Lo apaciguaba para que no le incendiara el entendimiento. Le temía. Para mí en cambio, el amor era una fuerza con dos cantos: uno de filo y fuego y otro de algodón y brisa."

En fin, lo vuelvo a recomendar. Después me cuentan

Fortaleza vs sensibilidad

No, no es el título de una novela perdida de Jane Austen, ni nada que se le parezca. Tampoco la última película con Hugh Grant y Julia Roberts, no.

Es sencillamente una invitación a que Uds. mis queridos amigos y lectores me ayuden a pensar algo que viene dando vueltas en mi cabeza hace bastante tiempo. Está la sensibilidad peleada a muerte con la fortaleza de carácter? Ser una mina fuerte impide que a veces necesite con desesperación un abrazo? Es incompatible? Yo creo que no, pero muchas veces no se que pensar.

Y ojo, esto no es una recriminación. Nada de eso! Se que buena parte de todo este entuerto lo genero yo mismita, si señor, la que estas líneas escribe por mostrarme como una mina que todo le importa un reverendo rábano, que puede pelear todas las batallas y "pararse de manos" con quien sea. Pero, mis queridos, sépanlo! No puedo hacer todo esto! No, no y no.

Muchas veces, en situaciones difíciles o situaciones alegres, muero por una muestra de cariño. Tampoco que me anden encima todo el día! Que va! pero un cariño, un beso, un abrazo, son tan necesarios! No saben cuanto. Y ustedes se preguntarán porque justamente hoy me pongo a plantear esto.

Muy sencillo. Ayer fui a visitar a mi viejo, muchos de ustedes saben la historia (mis hermanos que a lo mejor me lean, obviamente la conocen de memoria), los que no la saben, lo lamento pero no voy a contarla de nuevo, es una historia larga y aún me duele. Lo cierto es que ayer fui a verlo y cuando me vio me dedicó una sonrisa como hacía mucho no veía en su cara, y no sólo eso, sino que me dio un abrazo! Saben que feliz me sentí? No se imaginan!

Y no porque mi viejo nunca me hubiera abrazado. No señor! Pero ayer, especialmente ayer me sentí chiquita otra vez. No se rían, no sean malos! Y cuando salimos de verlo junto con mi hermana y nos fuimos a tomar algo juntas, me vino a la memoria el motivo por el cual sospecho que me gusta el boxeo, vieron como son recovecos de la memoria, bueno, insondables, inmanejables y recordé entonces cuando yo era chica, unos 11 o 12 años y me quedaba los sábados a la noche con papi viendo peleas de boxeo. Se imaginarán lo poco que me importaba el deporte, era sólo el hecho de estar él y yo en "nuestro " momento juntos.

Ese momento equivalía un abrazo, un beso y una sonrisa. Todo junto. Porque no voy a mentirles diciendo que en mi casa no éramos afectuosos, pero convengamos que teníamos un modo diferente de expresarnos el cariño. No éramos muy demostrativos físicamente hablando. Será por eso que yo con mis sobrinos (propios y ajenos) soy todo lo contrario? Cargosa, quizás?

Bueno, pero volviendo a la actualidad, les vuelvo a preguntar, es incompatible para uds. la necesidad de afecto con la impostura de fortaleza? Yo creo que no, pero espero sus comentarios, que van a ayudar a poner en orden estos pensamientos que tan a mal traer me tienen.

Gracias por leer!