No busquen en el DSM-IV, no revisen las obras de completas de Sigmund Freud, tampoco lo encontrarán en Lacan, ni siquiera en los libros de Biología para el secundario, mucho menos en la Cosmopolitan o la Ohlalá! La madurofilia, señoras y señores, acaba de ser creada por quien estas líneas escribe y paso a explicarles a que me refiero.
Dicen los sesudos científicos que así como los hombres eligen a las mujeres por el ancho de sus caderas, puesto que ello garantiza la reproducción de la especie, las féminas tenemos tendencia a mirar a los machos jóvenes, erguidos y potentes para conquistarlos y que sean los padres de nuestros cachorros. Así los especímenes jóvenes tienen mayores posibilidades de ser seguidos, acosados, conquistados, acechados …
Sucede que, como siempre que se acerca mi cumpleaños, me pongo a pensar. Sí! Alguna vez tenía que pasar, después de todo es una vez al año que uso las neuronas! Como les decía, me puse a pensar porque he dejado de pertenecer a la manada que persigue a los machos jóvenes y más requeridos y he empezado a observar con otros ojos a los más maduros. Sencillo, señoras, señores, la edad no es pavota y una sabe que hay pocas cosas más allá del sexo que compartir con alguien mucho menor y empezás a valorar una buena charla, una película, un viaje, compartir experiencia y no tener que explicar a que se hace referencia cuando una dice “Te voy a hacer repimporotear en el calabozo” o “No toca botón!”
Las canas comienzan a cotizar en alza, las arrugas tienen ese “no-se-que” que hace crecer la libido y con 40 años empezás a mirar a los supra 45 y tu límite se extiende hasta las sub 55, de repente no te molesta escuchar tangos, charlar sobre Cacho Castaña o Sandro, escuchar como se evocan esas épocas doradas donde se iba a bailar con pantalón pata de elefante o del servicio militar obligatorio, para nada!
Proceso contrario a la PENDEFILIA que se produce en los varones que pasan por las tan mentadas crisis de los números redondos y que los hace buscar niñas que podrían ser sus hijas para sentirse renovados. Dicho lo cual, los dejó, me voy a buscar una whiscola, a escuchar los discos de Juan Ramón y a recordar los buenos tiempos!