miércoles, 15 de julio de 2009

Chau, viejo!

Me tomó mi tiempo, aunque yo sabía que esto pasaría.

Sabía que escribir este texto implicaría haber aceptado, de alguna forma, su partida. Cuando el llanto no fue una constante, cuando pude mirar sus fotos sin sentir que el corazón se me partía en dos, cuando encontré resignación en el saber que era lo mejor para él ... pude sentarme frente a mi compu y despedirlo.

Desde que tomé como costumbre escribir mis pensamientos y experiencias y compartirlas con uds. el ejercicio de sinceramiento se me hizo mucho más sencillo, así pude demostrarles que cosas me causan enojo, cuales las que me provocan risa y cuál es el mecanismo que utilizo para aflojar las tensiones propias y ajenas. Cuando el camino hacia su partida comenzó a volverse cierto y definitivo escribí esta entrada en el blog http://yestodondelopongo.blogspot.com/2008/09/la-importante-historia-de-e.html


Luego vendría la internación, la operación y la triste realidad, teníamos que empezar mis hermanos y yo a decirle adiós, de a poquito, con tristeza pero sin angustia, él se empezaba a despedir de nosotros. Las lágrimas no faltaron en ese proceso, pero tampoco estuvo ausente la risa y los momentos cada vez más alejados de conexión con mi viejo. Esos momentos en "la puta enfermedad, puta" me lo devolvía, como burlona, para luego llevárselo a su mundo.

Yo seguía yendo a verlo, llevando fotos de mis viajes, haciendo payasadas para provocarle una reacción, pero cada vez era más difícil, cada vez estaba más "en su mundo". Hasta que un sábado 16 de mayo, mientras dormía, se rindió ... o quizás no, quizás no fue una rendición, sino un "bueno, hasta acá llegué, hice lo que pude, ahora me voy"

Mi viejo me enseñó sabiduría popular, a respetar al otro, a ser buena persona, a no creerse más de lo que uno era, a cuidar a los amigos, a ser justa. Me dijo que para los amigos hay que estar "siempre firme como rulo de estatua", que las sociedades no siempre son buenas porque "las medias son para los pies", que no hacía falta levantar la voz para ser respetado, que por los pibes de uno hay que agachar el lomo.

En su despedida, el sacerdote leyó la oración de San Agustín que dice algo así como "No me llores si me amas", estoy segura que él hubiera mirado con esos ojos pícaros, pensando que sabe este "padre Tipisho"! Si uno ama, llora cuando el ser amado se va!

Sabés una cosa, pa? Te comencé a extrañar cuando te tuvimos que internar, porque me di cuenta que ya no íbamos a hacer las compras juntos, ni me ibas a acompañar en las noches para mirar películas en la TV, cuando el lavadero donde tenías tus herramientas y de donde salieron los banquitos para lavarse los dientes de tus nietos o las bibliotecas para "tu piba" se había quedado en silencio.

Si hay un cielo, seguro estás ahí. También es seguro que te encontraste con mamá o "La Pancha" como le decías vos, así que espero que estén felices, nuevamente juntos. Acá abajo, Mirta, Dani y yo, así como tus nietos y José y Ana vamos a hacer todo por mantener vivo tu recuerdo.

Chau, viejo!

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es lindo compartir nuestras vivencias, especialmente cuando conectas sentimientos que son compartidos, tu experiencia también la vivi con un ser muy querido de gran influencia en mi via, mi hermano que se hizo cargo de mi durante mi adolescencia, algo que le significo ser padre prematuramente y obligado pero no aturro la cara y se hizo cargo de mi, partio aquejado de salud dando batalla hasta al final para vencerla, dejo un vacio insustituible y miles de vivencias hermosas, la figura de la persona que por naturaleza es exitosa en la vida y te contagia con su jovialidad, una guia y un modelo a seguir para todo el que le conocio, siempre se le recuerda con afecto y cariño habiendose quedado en nuestra memoria perpetua y en nuestros corazones.
Aun tengo su presencia muy arriagada, y su memoria acompaña una oración:
'Se que estarás iluminandome desde el cielo'

Dra_Lau dijo...

Gracias Marvin por tus palabras. Yo se que me viejo me guiará siempre, tal como lo hizo en vida!