martes, 15 de abril de 2008

A los hombres futuros - Bertold Brecht


I

Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida
pero, creedme. es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
[estaría perdido).

Me dicen: «¡come y bebe! ¡goza de lo que tienes!»
pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
y, sin embargo, como y bebo.

Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia. Dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.

II

Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Escasas eran las fuerzas. la meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

III

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.

Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
Donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros con indulgencia.

jueves, 10 de abril de 2008

Cambio - J.A.P


Hoy, mientras me duchaba, me volvió a atacar por la espalda una frase que leí en no sé que libro: "la única cosa permanente en esta vida es el cambio". Llevo todo el día pensando en ella, y no me la puedo quitar de la cabeza, porque me duele pensar que la muy perra tiene razón.

Hay frases que cobran vida, les ves hasta los ojos, las arrugas, el tono de voz con que llegan al umbral de nuestra puerta-cabeza, lo que ocurre es que algunas las echamos con cajas destempladas y otras se quedan a tomar el café y a dormir en tu cama si tenés lugar.

"la única cosa permanente en esta vida es el cambio". Y es cierto, porque lo inunda todo, absolutamente todo....lo animando y lo inanimado.....el amor juvenil se transforma en amor reposado, la amistad efervescente se transmuta en cariño incondicional, las dudas primerizas cambian a dudas existenciales, hasta este escrito cambia a medida que lo voy pariendo....

Hoy le vi la cara al Cambio. Se ha autoinvitado a una cena íntima para dos con copas incluídas. Creo que me hará proposiciones, pero lo que no sabe es que le he puesto mis llaves en su bolsillo....

Aquello ni dicho (sabido) - J.A.P.

Y no mastico las palabras con las que a veces me lanzo a morderte...
Y te muerdo despacito, (como el juego de un cachorro...)
Que te toreo, argumentás con tus embestidas..
Y yo me pregunto quién fue el primero
(si acaso importara en esta lúdica dialéctica de subjetividades)
Me lanzo debajo de tus rutinas,
y me las apropio...(con tu permiso, claro...¿o acaso sin él?)
Me miro en el espejo
y el reflejo me devuelve algo más de lo que los ojos pueden ver.
El agua subterránea arrastra lo que no digo...
pero precisamente por eso, ambos sabemos.He cambiado
y sin embargosigo siendo el mismo...Sos la dueña de mi esencia
(por haberla descubierto antes que nadie...y porque así lo quiero, sin dudas.)
Esa es precisamente la razón que me hará no hablar de despedidas...
ni tampoco ser explícito al referir al amor que siento por vos,
y al deseo que me moja el cuerpo, cuando te tengo cerca...
No voy a hablar de distancias, entonces,
ni de adioses,ni de "hasta prontos"...
Prefiero afirmarme a la verdadde que estoy llegando
(a vos)
aun antes de haberme ido...