miércoles, 1 de abril de 2009

Adiós Raúl!


Cuando volvía a casa luego de haber pasado una noche de cumple con amigos supe sobre la triste noticia, Raúl Alfonsín se había ido, un hombre que marcó el camino de regreso a la continuidad democrática que hoy, 26 años después mantenemos a pesar de los sobresaltos y las crisis.

Mi familia no tiene una tradición política definida, quizás mi viejo que había sufrido las restricciones a la libertad de trabajar durante el gobierno de Perón (si no tenías carnet del Partido, olvidate de trabajar) sabía que era lo que no quería, pero nunca nos bajó línea políticamente. Quien en cambio me inició en el conocimiento de la historia radical fue mi tío Rubén, radical a ultranza, orgulloso de sus ideales, convencido, lector voraz, quizás allá sido por él que abracé el amor que siento por los libros y la curiosidad por la historia y los hombres que la hicieron.

Nací a principios de la década del ’70 y transcurrí mi infancia en la más absoluta ignorancia sobre lo que aconteció en nuestro país, pero quiso el destino que los preparativos para el retorno a la tan ansiada democracia me encontraran en una escuela pública de un barrio tradicionalmente peronista como es Villa Lugano. Aún así la imagen de Alfonsín se hizo sentir, fuerte. Recuerdo acompañar a mi hermana al comité radical de Lugano I y II, tener entre mis manos sobres con boletas, calzarme con orgullo infantil la boina blanca y cantar hasta sentir que los pulmones se me salían del pecho la Marcha Radical, intentando tapar a mis compañeros que entonaban la Marcha Peronista.

Yo no entendía nada de política en ese tiempo (todavía no estoy segura de entenderla plenamente hoy) pero algo me decía que la oposición y los palos en la rueda que sufrió el gobierno de Alfonsín, sumado a planes económicos que no acertaban, al aislamiento internacional que sufría nuestro país, la deuda externa y el sindicalismo que organizó 14 feroces paros nacionales, ayudaron a hacerle perder el rumbo. Los paros eran verdaderamente nacionales, no había medios de transporte y quien intentaba ir a trabajar se arriesgaba a piedras o incendios.

Ya entrada en la adolescencia pude saber aquello sobre lo que se callaba, que los argentinos no éramos todos derechos y humanos como rezaban los calcos repartidos por el gobierno, que casi toda una generación sufrió las consecuencias de luchar por sus ideales, por militar en sindicatos o partidos, por levantar la voz, por luchar. Fueron desaparecidos, asesinados, exiliados, sus bienes robados, sus hijos entregados a familias apropiadoras y sus vidas borradas del mapa (lo intentaron, no lo lograron). Por eso cuando escuché el “Nunca Más” que marcó el comienzo de una nueva etapa supe que se estaba dando comienzo a algo importante. Por eso también me enorgullecí del juicio a las juntas, juicio ejemplo en el país y en el mundo.

Quizás por todas estas cosas cuando comencé mi carrera universitaria comencé mi militancia en Franja Morada. Lamentablemente ellos cambiaron, el poder y la ambición pudo más, se fueron distanciando cada vez más de los postulados y yo de ellos. Hoy me encuentro fortuitamente con algunos de sus dirigentes y me sigo preguntando ¿cuándo comenzaron a creerse una raza superior? ¿cuándo el trabajador se convirtió en mala palabra? ¿Cómo pudieron? ¿Cuándo decidieron hacerlo? ¿Cómo pueden seguir adelante?

Mientras escribo esto estoy tomando un café en la Av. Callao, a pocas cuadras del Congreso Nacional donde se están velando los restos del. Dr. Raúl Alfonsín, veo calles llenas de gente que hace largas filas para darle el último adiós, algunos llevan flores, banderas argentinas, banderas partidarias, otros (pobrecitos) se dicen los herederos de Alfonsín sin saber que grande les queda el título, muchas personas tienen lágrimas en los ojos, como yo.

Se fue un Señor Político, un hombre que hasta sus últimos días pudo caminar por las calles de su barrio porteño sin custodia y sin temor a ser atacado por la gente, ojalá su partida no sea el punto final a una estirpe de políticos respetados por la gente. Página/12 titula “Alfonsín ya es historia” y ese título me cae antipático, no es historia, hizo historia, se metió de lleno en nuestra historia, se puso en un lugar donde muchos no podrían durar, marcó un hito, abrió un camino.

Esta debe ser la nota 3.456.784 que se escriba sobre este tema, no importa, ésta es mi forma de decirle Dr. Alfonsín, adiós!

2 comentarios:

Claudia Muñoz Melo. dijo...

Comparto tu sentido adios...

Dra_Lau dijo...

Gracias, Lau
y gracias por la visita!