Había una vez un muchachito tan pero tan egocéntrico que no tenía dificultad alguna en señalar, “Ya quedan pocos cerebros” luego de preguntar a sus alumnos quienes de ellos sabían programar y levantar el mismo la mano … Repitiendo delante de sus estudiantes “ya ven, quedan pocos cerebros!”
El malestar provocado en el grupo era bastante evidente, después de todo no hay peor cosa que ser subestimado y si encima el que realiza esta acción es alguien con un ego tan elevado que una caída desde la cima le provocaría la absoluta desintegración de su triste esqueleto, peor!
Quedaba claro que pedagógicamente hablando, el muchacho protagonista de esta pequeña historia no era muy dotado …
Acaso saber programar te hace un ser superior? Que queda entonces para un cirujano cardiovascular o para una madre que decide mejorar su posición laboral y restándole tiempo a sus momentos libres, opta por hacer equilibrio entre marido, hijos, trabajo, casa, familia …
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