Hace un tiempo me encontré con una amiga a la que llamaremos Andrea. Hacía mucho tiempo que no la veía. El reencuentro se produjo mitad de casualidad, mitad por causalidad, porque ambas circulamos por la misma zona aunque nuestros tiempos muchas veces nos impiden esa charla café mediante que tanto nos relaja y nos divierte.
Andrea, aunque siempre de buen humor, esta vez estaba distinta. Como distante, pensativa y hasta les podría decir que triste. Le pregunté que le pasaba y me dijo sin más:
- La odio, negra. La odio. Odio su apariencia, odio su nombre, su voz, su andar, su existencia misma. Ella es la conjunción perfecta para odiar. No es linda, pero tiene ese algo que evidentemente atrae a los hombres … LA ODIO.
Yo me quedé un poco impresionada, Andrea si bien es bastante expresiva y determinada en sus sentimientos, nunca me había mostrado esa faceta, esa guerrera dispuesta a odiar a otro ser humano.
- A ver, nena, decime a quien odiás por favor!
- A ella, a la insulsa esa que anda por los pasillos de mi trabajo, meneándose como si estuviera en una pasarela. Y no me molesta que todos los hombres la miren, pero detesto que él se pierda por ella.
- Hmmm, él es ese de quien tanto hablamos? Ese tipo que te sigue quitando el sueño, aunque lo más cerca e íntimamente que hayas estado de él es bailando en una pista atestada de gente?
- Si, el mismo. Y también porque no, lo odio a él. Porque se hace el tonto, porque se distrae cuando ella llega, porque yo me convierto en vidrio, no, en papel celofán. Pero el odio que siento por él es pasajero porque no lo puedo sostener, me puede, me afloja, me hace sentir una idiota, pero lo perdono.
- Pero – le pregunto yo – nunca pensaste en decirle lo que te pasa?
- Noooo! Antes de hablarle de mi amor por él prefiero que un rayo me parta en mil pedazos … Me muero de la vergüenza. Y si reboto? Y si él me dice que no siente lo mismo por él? Cómo puedo seguir adelante después de eso?
- Bueno, pero tampoco podés seguir así ahora, Andrea, no podés sufrir eternamente y esperar ese roce distraído o esa mirada pícara para volver a ser feliz!
- Mirá quien me lo dice? – me contesta irónica – cuanto tiempo estuviste sin mirar a otro tipo vos? Cuantos días le dedicaste a ese histérico que sólo jugaba con vos?
- Por eso mismo, porque ya lo pasé, porque estoy pagando las consecuencias todavía. No quiero lo mismo para vos. Porque se positivamente que si no te abrís a mirar otros tipos, te volvés verdaderamente invisible. Y aunque te llene de bronca, aunque duela, tenés que volver a seducir a otros hombres. A lo mejor quien te dice, hace rato está pasando por al lado tuyo el hombre de tu vida y vos estás mirando para otro lado.
- Y vos? En que andás – me pregunta.
- Yo? En prestarle más atención a otros hombres. A esos que no tienen miedo en ser tiernos, en demostrarte afecto, en hacerte sentir importante, mirada y admirada. Pero no quiero contarte más nada, es por cábala viste?
Seguimos tomando nuestros cafés sin hablar, pensando en cada una de nuestras historias. Y así como de la nada, Andrea me dice con una de esas sonrisas malignas que son parte de su sello personal
- Él tampoco es hermoso, pero muchas mujeres caen rendidas a sus pies, porque dicen que es tierno, que es simpático, que es dulce. NO, no es así. No es ni dulce ni tierno, es callado si, pero dista mucho de ser dulce, al menos nunca lo vi teniendo un gesto tierno, no conmigo. Pero que querés que te diga yo … YO LO VI PRIMERO!
Andrea, aunque siempre de buen humor, esta vez estaba distinta. Como distante, pensativa y hasta les podría decir que triste. Le pregunté que le pasaba y me dijo sin más:
- La odio, negra. La odio. Odio su apariencia, odio su nombre, su voz, su andar, su existencia misma. Ella es la conjunción perfecta para odiar. No es linda, pero tiene ese algo que evidentemente atrae a los hombres … LA ODIO.
Yo me quedé un poco impresionada, Andrea si bien es bastante expresiva y determinada en sus sentimientos, nunca me había mostrado esa faceta, esa guerrera dispuesta a odiar a otro ser humano.
- A ver, nena, decime a quien odiás por favor!
- A ella, a la insulsa esa que anda por los pasillos de mi trabajo, meneándose como si estuviera en una pasarela. Y no me molesta que todos los hombres la miren, pero detesto que él se pierda por ella.
- Hmmm, él es ese de quien tanto hablamos? Ese tipo que te sigue quitando el sueño, aunque lo más cerca e íntimamente que hayas estado de él es bailando en una pista atestada de gente?
- Si, el mismo. Y también porque no, lo odio a él. Porque se hace el tonto, porque se distrae cuando ella llega, porque yo me convierto en vidrio, no, en papel celofán. Pero el odio que siento por él es pasajero porque no lo puedo sostener, me puede, me afloja, me hace sentir una idiota, pero lo perdono.
- Pero – le pregunto yo – nunca pensaste en decirle lo que te pasa?
- Noooo! Antes de hablarle de mi amor por él prefiero que un rayo me parta en mil pedazos … Me muero de la vergüenza. Y si reboto? Y si él me dice que no siente lo mismo por él? Cómo puedo seguir adelante después de eso?
- Bueno, pero tampoco podés seguir así ahora, Andrea, no podés sufrir eternamente y esperar ese roce distraído o esa mirada pícara para volver a ser feliz!
- Mirá quien me lo dice? – me contesta irónica – cuanto tiempo estuviste sin mirar a otro tipo vos? Cuantos días le dedicaste a ese histérico que sólo jugaba con vos?
- Por eso mismo, porque ya lo pasé, porque estoy pagando las consecuencias todavía. No quiero lo mismo para vos. Porque se positivamente que si no te abrís a mirar otros tipos, te volvés verdaderamente invisible. Y aunque te llene de bronca, aunque duela, tenés que volver a seducir a otros hombres. A lo mejor quien te dice, hace rato está pasando por al lado tuyo el hombre de tu vida y vos estás mirando para otro lado.
- Y vos? En que andás – me pregunta.
- Yo? En prestarle más atención a otros hombres. A esos que no tienen miedo en ser tiernos, en demostrarte afecto, en hacerte sentir importante, mirada y admirada. Pero no quiero contarte más nada, es por cábala viste?
Seguimos tomando nuestros cafés sin hablar, pensando en cada una de nuestras historias. Y así como de la nada, Andrea me dice con una de esas sonrisas malignas que son parte de su sello personal
- Él tampoco es hermoso, pero muchas mujeres caen rendidas a sus pies, porque dicen que es tierno, que es simpático, que es dulce. NO, no es así. No es ni dulce ni tierno, es callado si, pero dista mucho de ser dulce, al menos nunca lo vi teniendo un gesto tierno, no conmigo. Pero que querés que te diga yo … YO LO VI PRIMERO!
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