martes, 29 de julio de 2008

Aída, la vecina que nadie quiere tener


Aquí no hay quien viva - Flora y fauna urbana

Capítulo II

Aída, la vecina que nadie quiere tener

Ya les conté que me mudé hace 4 años a un edificio ubicado en Villa Lugano, ahora les voy a narrar mi primer encuentro con un vecino. Y digo primero porque cuando estaba en plena mudanza le toqué el timbre a la encargada para avisarle que me estaba mudando, salió 5 minutos después, me miró como si fuera marciana, me dijo “Ahbuaano” y se metió de nuevo en su casa.

Escena I

Sábado, 5 de la tarde, recién mudada, mi depto era un caos, cajas por doquier, más desordenado que ahora, que sigue teniendo cajas desparramadas por todos los ambientes. Salí a despejarme un poco. Pasillo del hall de entrada. Una señora mayor sube con dificultad los escalones y se dirige a los ascensores. Se da el siguiente diálogo:

- Hola. ¿Sos nueva?
- Si, me acabo de mudar
- Ahh que lindo, yo vivo en el 9º
- Ah el piso de encima al mío, yo vivo en el 8º …
- Bueno, contá conmigo para lo que necesites!
- (sorprendida y agradecida) Gracias, señora
- Yo creo que vos y yo vamos a ser amigas

Si, ya se. Eso debería haberme prendido la primera luz de advertencia. Pero no. Yo seguí con mi inocencia. Escena terminada.

Luego de repetidos encuentros por los pasillos donde sólo nos limitábamos a saludarnos, un día me hizo pasar a la casa para que viera lo lindo que había arreglado el baño. Pasé. Lindo baño. Una hora de charla. Huí.

Escena II

Unas semanas más tarde. Domingo. 23.30 horas. El timbre de mi depto parece que va a explotar por lo prolongado del tiempo que alguien estaba dejando apretado el mismo. Observo por la mirilla, era Aída. Le pregunto sin abrir que necesitaba y me dice que necesita hacerme una consulta urgente. Le abro y la hago pasar. Se imaginan mi cara de traste no?

Me dice que es urgente porque quiere saber si yo le puedo hacer la sucesión de su hermana que vivía en La Plata (gratis) y que murió hace algunos años …

No puedo describirles lo que sentí. Seguramente ella podría porque creo que hasta se asustó por mi cara de loca. Le dije

- Aída, Ud. está conciente de la hora que es? Sabe que mañana yo tengo que trabajar?
- Si … pero estoy muy angustiada
- Hace años que debe estar angustiada, pero justo viene a verme un domingo a las 23.30?
- Bueno … (cara de cordero en la pila de sacrificio) es que vos sos abogada y yo pensé …
- (tratando de controlar la ira) Yo no estoy ejerciendo, si ejerciera no sería en Provincia y si fuera en provincia, jamás lo haría gratis

Demoré algunos minutos más en sacármela de encima pero finalmente me quedé nuevamente sola en mi santuario …

Escena III

Salgo de mi casa, llamo al ascensor. Viene con alguien, lamentablemente es Aída la que durante el trayecto que va desde mi piso hasta la PB (aclaro que son como 10 pisos pero parecieron 50) monologó sobre que tenía problemas de estreñimiento, que necesitaba cambiarse el pesario y que para eso necesitaba poder “ir de cuerpo”. Demasiada información para las 8.30 hs. La miré con cara de odio pero me mantuve muda.

Escena IV

Asamblea de propietarios. Miércoles 21 horas. Presentes unos 10 propietarios, entre los cuales estaba la inefable Aída. Comienza la asamblea y cuando se habla sobre el trabajo del plomero, Aída salta a contar que ella necesitaba al plomero con urgencia porque no le funcionaba el bidet y ella tenía problemas para “ir de cuerpo” y necesitaba hacerse baños de asiento y … Tuve que reprimir mis instintos asesinos, para ello conté con la colaboración inestimable de Liliana que me miró diciéndome “Tranquila, pensá que es una señora mayor”

Escena V (y por ahora final)

Nuevamente mañana. 7.30 horas. Ascensor. Interior. Similar panorama a la escena III. Aída ataca con el problema de que necesita cambiarse el pesario y que para eso necesita “ir de cuerpo” … pero esta vez no está presente Liliana para contenerme y yo, reprimiendo las náuseas le digo marcando las palabras, casi susurrándolas, le digo que “No me importa si tiene problemas intestinales, ni tampoco si tiene que cambiarse el pesario, que al menos tenga un poco comprensión por los demás y no les arruinara la vida a los vecinos”.

Espero que haya entendido mi planteo. Creo que he sido bastante directa. LO que debo reconocer es que ahora tengo una amiga menos dentro del edificio. Que pena!


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