miércoles, 10 de septiembre de 2008

Leemos a Jorge Amado


Jorge Amado, mi amado poeta bahiano, logró atraparme otra vez en la historia de otra mujer de aquellas, Teresa, la protegida por Uxu, la adorada por el pueblo, deseada por los hombres, envidiada por las mujeres. Teresa Batista cansada de guerra nos cuenta la historia de una mujer que en poco más de 26 años ha vivido la vida de muchas mujeres, sufriendo la violencia y el desprecio, amando y siendo amado, deseando y siendo deseada, luchando por ella y por sus pares y por hallar, finalmente, su lugar en el mundo.


Les comparto algunos fragmentos de este hermoso libro.


“Cuando una puta se desviste y se echa para recibir a un hombre y darle el supremo placer de la vida a cambio de una escasa paga ¿sabe ilustre combatiente de la justicia social, cuántos están comiendo de esa escasa paga? El propietario de la casa, el sublocador, la celestina, el comisario, el gigoló, el tira, el gobierno. La puta no tiene quien la defienda, nadie se levanta por ella, los diarios no dedican ni una columna a describir la miseria de los prostíbulos, es asunto prohibido. La puta sólo es noticia en la página de crímenes, ladrona, drogada, mariposa del vicio, presa y procesada, acusada de todos los males del mundo, responsable de la perdición de los hombres. ¿Quién tiene la culpa de todo lo malo que pasa en el mundo? Las putas, si señor.”

“El concejal Reginaldo Pavao no pierde ninguna ocasión para proyectar su nombre y ganar prestigio. No puede ver un micrófono sin echarle mano. Es un delirante de los discursos, un orador barroco y analfabeto, un politiquero malandrín. Donde hay gente reunida, sea cual fuere el motivo, allí se presente y actúa. Esa tarde de los burdeles cerrados, ¿A dónde habría estado sino en la zona?”

“Sos derecho, Januario Gereba, hablaste como debe hablar un hombre. Janu, mi Janu engrillado, qué pena que no pueda ser tuya para siempre, en nuestra casa y hasta la muerte. Pero si no puede ser para siempre que sea por un día, por una hora, por un minuto al menos. Un día, dos días, menos de una semana, para mí ese día, esos dos días, esa corta semana tendrá el tamaño de una vida, multiplicados por los segundos, por las horas, por los días de amor, aunque después me enferme de nostalgia, de deseos, de soledad y sueñe con vos todas las noches, en la locura de lo imposible. Igual vale la pena, yo te quiero ahora ya, inmediatamente, en este mismo instante, sin demora, sin tardanza. Ahora, mañana y pasado mañana, de tarde y de noche, a cualquier hora, en la cama más cercana, de lana, de tierra, de arena, de maderamen del barco, de orilla de mar, donde sea, donde podamos estar el uno en brazos del otro. Para después sufrir como una maldita te quiero y voy a tenerte Januario Gereba, maestro de saveiro, gigante, urubú rey, marinero bahiano fatal y tonto.”

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