lunes, 1 de septiembre de 2008

Tita, la vecina a la que no hay que dar charla … JAMÁS!


Siguiendo con la semblanza de mis notables vecinos hoy nos dedicaremos a desmenuzar, metafóricamente hablando, a Tita. Esta vecina del 7º piso ha tenido un pasado bastante peculiar puesto que según sus palabras su fallecido marido la ha dejado en una posición económica bastante holgada, pero quien estas líneas escribe recuerda haberla conocido cuando la mencionada se ganaba el puchero en un ignoto mercadito de barrio de Lugano con su modesto local de artículos de limpieza e higiene personal.

Sin poner en duda sus dichos y creyendo en que los pequeños emprendedores pueden hacer milagros económicos, vuelvo a encontrarme con la señora quien no deja de repetir a quien quiere escucharla que tiene un departamento en la costa y que sus hijas no sólo son brillantes por su inteligencia sino por los cargos que han sabido conseguir. Y hasta aquí, no hay demasiada diferencia con Juan el que “tiene-una-hija-abogada-y-procuradora-que-trabaja-con-el-doctor-Schinfale”.

Pero Tita es, digamos, un animal distinto. Es la señora mayor que baja a las asambleas para hablar de bueyes perdidos, a los gritos y acabando con la paciencia de los demás vecinos, es la versión adulto mayor de los pendejos insoportables que no paran de cotorrear cuando los mayores están hablando de temas serios, vieron?

Resulta que a Tita, ni su departamento en la costa, ni sus hijas, una de ellas con casa en el country y la otra abogada brillante del GCBA o algo similar, le permiten hacerse cargo de los daños provocados por problemas en su departamento en otros pisos y en cuanto es interpelada para que pague … sufre de taquicardia! Y quien se anima a seguir apretando a la mina, si esta se agarra el pecho, se pone a llorar y grita desesperada que no puede respirar? Nadie! Así que Tita continúa yendo por la vida, dispersando asambleas, volviendo locos a todos los que tengan el infortunio de cruzársela en el ascensor y sin pagar uno sólo centavo de los daños provocados por la falta de mantenimiento de su departamento.

Que país generoso!

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