martes, 1 de enero de 2008

Cosas de la vida

Estaba leyendo este texto que mandó J.A.P a través de todosgomías y me pareció que es bueno reflexionar de vez en cuando sobre el papel que desempeñamos en esta obra de teatro que se llama vida y por eso quiero compartirlo con Uds.

Alguien me dijo vagamente, que yo ya estaba muerto…

-Qué absurdo.

Cómo puede estar muerto alguien a quien nadie ni nada han matado.

¿Muerto…? Alguien que hace (con más o menos mezquindad) sus ordinarias compras, que efectúa un consumo razonable de objetos, de energías, de tiempo, de comunicaciones, de servicios…

Cómo puede estar muerto alguien que recibe a diario tanta correspondencia. Alguien que consta reflejado en la guía telefónica de su localidad; que efectúa sus pagos bancarios escrupulosamente; que asiste a compromisos sociales del ámbito laboral y familiar con envidiable aspecto.

¡Ja ja ja... ! muerto un tipo cómo yo. Alguien... que supo preocuparse desde tan joven, de no gastar la vida para poder conservarse intacto hasta el final.

¿Muerto yo?...

Corrí a buscar la complicidad de mi rostro en el espejo… pero no la encontré.

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