jueves, 3 de enero de 2008

PESADILLA


Gracias Dani!

Me levanté con tránsito lento... no sabía si llamar al médico o a Ernesto Arriaga.Salí a la calle y me crucé con Fernando Confesore, el meteorólogo de TN, que vestía una bufanda, short de baño, patas de rana, paraguas, piragua, bronceador, casco por si granizaba, una zanahoria por si en una de esas quería hacer un muñeco de nieve y necesitaba ponerle nariz, lentes de sol, pasamontañas, una reposera y calzoncillos de frisa. Me dijo "el tiempo está tan loco, que por las dudas salgo preparado".De las pantallas de televisión de un Garbarino, salían caminando las participantes de "Cuestión de Peso" cantándome "soy tuya... hago todo lo que a vos te gusta".

Busqué un bar donde desayunar. Encontré uno tranquilo. El problema era la música: no cualquiera escucha a las 8 de la mañana, el Ave María por Pity de Intoxicados. Vino el mozo a atenderme. Me sirvió un café, me alcanzó el diario y se fue a organizar una protesta gremial en favor del incremento en las propinas al grito de "¡mirá cuánto me dejó el miserable de la mesa tres!"Miré el titular del diario, levanté la vista y sentado a mi mesa estaba Alberto Fernández, flamante Ministro de Explicaciones y Chupamedismo Presidencial. Me preguntó la hora. Ocho y diez, le contesté. ¿Y no te diste cuenta de que hace una semana a esta misma hora eran las siete y diez? -repreguntó Fernández, mientras se calzaba una remera que decía "Flopi Kirchner 2032"-. ¡Es el país que avanza hacia el futuro!

Revolví el café, y cuando miré hacia donde estaba sentado Fernández, ahora se encontraba Mariano Grondona. Le explico, me dijo. Este gobierno está lleno de izquierdosos del 73. La ideología de este gobierno atrasa 35 años. El cambio de hora es sólo una cuestión de maquillaje: al adelantar el reloj una hora, sólo estarán atrasados 34 años, 364 días y 23 horas. Y ahora lo dejo porque me voy a una fiesta de disfraces con Bernardo Neustadt. Vamos a ir disfrazados de democráticos.Cuestión de maquillaje. Como si a este gobierno le gustara el maquillaje, nada que ver -me dije, mientras miraba en la tapa del diario a Cristina pintada como una puerta.

En un lapso de una hora por al lado de mi mesa pasaron: Nestor Kirchner, apurado porque le tenía que salir de garante a Chávez; Jorge Lafauci y el tipo que cantaba la canción "Que se mueran los feos", perseguidos por una turba de mexicanos con fotos de Dante Caputo, Bernardo Neustadt y el soñador de Iliana Calabró; Gerardo vestido como Charlton Heston en "Los Diez Mandamientos" adjudicándose la creación de Todo, con dos tablas en sus manos: "mi última creación: el chozno de don Mateo. La va a protagonizar el pibe de Hermanos y Detectives. Eso sí, le vamos a pintar el bigote porque todavía no le creció".

De pronto sonó el despertador. Abrí los ojos y me di cuenta de que todo había sido una pesadilla. Adelanté una hora el reloj (por fiaca todavía no lo había hecho) y me prometí nunca más quedarme dormido con la tele encendida.

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