miércoles, 30 de enero de 2008

Y claro, apareció la histeria

Mi querida amiga Lola tomó el guante dejado por Caro y planteó en
que los muchachos que nos hacen pensar en estas cosas son simplemente HISTERICOS.
Si señor! Histéricos! Ya en estos tiempo que corren la histeria dejó de ser un atributo esencialmente femenino y el entrañable Sigmund se revuelve en su tumba mientras grita (como buen histérico que es) que pa' que catzo pasé tanto tiempo estudiando a las histéricas.

Y la idea no me disgustó. Me puse a pensar y también traje a la mente lo que hoy hablábamos con Guille y la verdad que esbozó "El histérico puede serlo en función de los que se cuelgan de su histeria" (o algo así). La cuestión es la siguiente:

Que hacemos con los histéricos? Los encerramos en una cárcel para que no sigan dañando a los pobres e ingenuos corazones? Los desterramos a una isla especialmente creada para ellos, que podría ser en el medio del Riachuelo, por ejemplo?
Escucho ofertas, técnicas, consejos y otras yerbas contra esta verdadera plaga!


1 comentario:

Pablo dijo...

El histriqueo es diverido en un principio, pero cuando ya se hace un hábito bastante incómodo es esencial definir la situación (tano para bien como para mal) y así liberarse de ella... Con respecto a quienes histeriquean, los llamados 'histericos', lo mejor (o peor) que uno puede hacerles es no prestarle atención alguna; no caer es su juego-ritual enfermizo. Ya lo decía el refrán: 'La indiferencia mata'