Hace poco, estaba sentado en la playa y un tipo con aspecto díficil de encajar me dijo: "¿queres un sorbito de agua de mar"?
No supe qué decirle, tenía a mis pies millones de toneladas de agua salada que venían hacia mí y luego se retiraban porque no las quería....
El tipo continuó su camino, ofreciendo sorbitos al siguiente individuo que encontraba por la orilla, pero nadie parecía aceptar su ofrecimiento. Durante un buen rato no dudé que el repartidor de sorbitos vivía en el mundo de los octópodos..., pero al poco caí en la cuenta que el ignorante era yo, el escualo descerebrado era servidor, porque la vida se saborea mucho más en pequeñas dosis que atragantándonos con mucho, mal y rápido.
El repartidor de sorbitos sabía la dosis perfecta, y yo no la quise porque lo quería todo...
A partir de ahora pediré un sorbito de amor, un sorbito de abrazos y un sorbito de cielo, así me sabe más sabroso.
1 comentario:
Eso de pedir 'sorbitos' me parece muy cierto. A mí también me pasa que a veces siento y quiero tantas juntas que parece que no doy a basto con mi ser. Hasta ayer quería poder manejar todo lo que me pasa en este momento de mi vida, pero me doy cuenta que tengo que aprender tomar pequeños 'sorbitos' de la vida, dejarme fluir... porque el que mucho abarca, poco aprieta. Así que Lau: Comé, bebé, amá, despacio... muy despacio, hacé que tu vida dure más
Publicar un comentario